El Cristo de la Aurora es una escultura
de gran valor artístico tanto a nivel escultórico como pictórico pues está
tratada con mucha delicadeza.
La capa de
policromía se realiza a base de veladuras superpuestas que consiguen
transmitir, con gran realismo, la lividez de la carne con tonos ocres azulados
y morados así como el martirio al que fue sometido, con el rojo carmesí oscuro
de la sangre ya reseca, brotando por cada una de sus llagas y heridas
realizadas a lo largo de todo el calvario realizado antes de ser crucificado.
La talla está
formada por varios embones (tacos de madera adheridos entre ellos para formar
una unidad más grande, normalmente se utiliza una gran pieza central y otras
mas pequeñas que coinciden con las zonas mas sobresalientes de las piezas), se
observan a simple vista los que pertenecen a los brazos, pues es una unión
recta justo en la axila donde aparecen grietas causadas por la separación de
las distintas piezas que componen la imagen.
Aquí se
representa a Jesucristo semi muerto como ya se viene haciendo desde la Baja
Edad Media, como un “Christus patiens”, (cristo resignado) con la voluntad
totalmente vaciada, la cabeza inclinada hacia su hombro derecho, los ojos medio
abiertos, los brazos en Y soportando su cuerpo muerto y el cuerpo arqueado
mostrando las cinco llagas:
Está suspendido
en la cruz por medio de 3 clavos, pues es la norma que se impuso a partir del
S. XIII, disponiendo los pies uno sobre otro. Los brazos en Y. Estos clavos han
desaparecido en la actualidad, siendo dos tornillos los que se observan en las
manos protegidos por dos de arandelas y en los pies solo el agujero abierto en
donde debería estar el tercer clavo.
La talla del
Cristo de la Aurora estuvo presidiendo el Altar Mayor durante años, aunque
desprovisto de su cruz aureolada, hasta que en una última remodelación del
templo inaugurada en el 2007 se hizo una
pintura para el altar mayor dedicado a la Santísima Trinidad y ésta imagen pasó
a una pequeña capilla que hay en los pies de la Iglesia
Fotografías anteriores a la restauración
La imagen se
encuentra en muy mal estado de conservación debido sobre todo a los golpes
recibidos en la capa de preparación, por lo que aparecen numerosas lagunas que
dejan ver la madera Muchísima suciedad superficial cubriendo la imagen y,
juntamente con el oscurecimiento del barniz que la protege, no deja ver
realmente los numerosos daños que se han observado con un estudio mas minucioso
de la pieza:
A todo esto se
suman también los daños producidos por no muy afortunadas restauraciones
anteriores, con grandes reintegraciones y manchas que han decolorado la imagen.
La restauración ha sido muy delicada, sobre todo en cuanto a limpieza se refiere puesto que nos encontramos con diferentes barnices y
diferentes tipos de suciedad sobre la imagen, han sido necesarias varias
limpiezas con diferentes productos disolventes para poder eliminarlos por
completo.
Todas ellas se han realizado con pequeños hisopos empapados
en el disolvente adecuado, el que mejor funcione sin dañar la capa tratada,
intentando siempre utilizar los menos agresivos para la policromia y en las
proporciones correctas para que no quedaran restos que pudieran seguir actuando
una vez terminada la fase de limpieza.
Se ha utilizado para la limpieza la combinación de ésteres con diferentes disolventes y tensoactivos, combinandolo con limpieza mecánica a base de miga de pan.
Se han estucado las lagunas con una resina acrílica de acetato de polivinilo y se ha reintegrado con gouaches.
La protección final ha sido con una resina alifática de bajo peso molecular